Descripción
El coco tiene una cáscara exterior gruesa y otra interior dura, vellosa y marrón que tiene adherida la pulpa que es blanca y aromática. Mide de 20 a 30 cm y llega a pesar 2,6 kg.
El coco es un fruto muy aromático y de sabor intenso y agradable. Teniendo en cuenta sus propiedades nutritivas, su consumo ocasional y en cantidades moderadas, se considera adecuado para todos los segmentos de la población sana: niños, jóvenes, adultos, deportistas, mujeres embarazadas, madres lactantes y personas mayores.
Variedades de cocos, según el tamaño, se clasifican en:
- Gigantes: destinados para la producción de aceite y los frutos para consumo fresco. Su contenido de agua es elevado y su sabor poco dulce.
- Enanos: Debido al buen sabor del agua y el pequeño tamaño de estos cocos, se emplean fundamentalmente para la producción de bebidas envasadas.
- Híbridos: esta variedad es producto del cruce entre las dos variedades anteriores. Se trata de frutos de mediano tamaño grande, que tienen un buen sabor.
El coco debe ser característicamente aromático como el melón, aunque menos fuerte. Si no se oye el típico chapoteo del agua en su interior al agitarlo, es porque el coco está pasado de maduro o seco. En dichas condiciones la pulpa suele estar rancia. El coco se conserva por dos meses.
Después de abierto, se ha de consumir en el mismo día o guardarse en un recipiente tapado con agua, no más de cinco días. El coco rallado se conserva dos días en una bolsa de plástico cerrada.
El coco suele venderse pelado en los mercados.
Para extraer el agua localice los tres «ojos»; el más grande es suave y fácil de perforar con la punta de un cuchillo o cualquier objeto puntiagudo. Encaje la punta y gire, no se requiere fuerza. Vaciar el agua en un recipiente, esta es potable y de buen sabor.
Para sacar la pulpa, un método sencillo es envolver el coco en un trapo de cocina o en una servilleta de tela más o menos gruesa, de tal forma que se pueda lanzar contra el piso sin que los fragmentos se dispersen por toda la habitación.